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En mi lienzo, la silla reina en su majestad solitaria, abrazada por un azul profundo. Sus brazos curvos susurran formalidad, mientras el marco naranja irradia calidez. Cuadrados y círculos danzan en su asiento y respaldo, mientras el suelo rojo palpita con vida. En este silencio, la silla aguarda, una invitación a la contemplación en la danza de colores y formas.
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