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En un rincón soleado de un mercado africano, una pequeña princesa se encuentra rodeada de colores y texturas vibrantes. Su turbante, un estallido de patrones geométricos y tonos cálidos, está adornado con cuentas y bordados que cuentan historias de su linaje y tradiciones ancestrales. La niña, con ojos curiosos y una sonrisa tímida, personifica la gracia y la dignidad de su cultura.
En esta pintura, la belleza no solo reside en la imagen física, sino también en las capas de significado cultural y emocional. Es un homenaje a la diversidad, la identidad y la fuerza de las personas que llevan consigo la riqueza de sus raíces. A través de esta obra, Dora Alis nos invita a mirar más allá de la superficie y a apreciar la profundidad de la experiencia humana.
Entre sus obras se destacan en la Colección Retratos de la Inocencia. Hacen parte de esta colección hasta la fecha más de 100 retratos de niños de piel oscura en diversas técnicas y soportes.
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