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En esta intrigante obra, el artista capta magistralmente el flujo del silencio y del tiempo, representados en una ola que eternamente va y viene. Los elementos surrealistas se fusionan para envolver al espectador en un paisaje marítimo lleno de introspección. La isla, bañada suavemente por la ola, invita a la reflexión sobre la presencia constante del tiempo y la serenidad del silencio. La simbiosis de estos elementos crea una atmósfera única, donde cada detalle parece susurrar una historia de eternidad y observación silenciosa.
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