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Los campos de lavanda, son capturados en una explosión de pinceladas vibrantes y sutiles degradados. El acrílico, aplicado en capas densas y ligeras, crea una sensación de profundidad y movimiento, como si una brisa suave acariciara las espigas de lavanda.
La textura es un elemento fundamental en esta obra. Espátulas y pinceles de diferentes tamaños han sido utilizados para crear relieves que evocan la suavidad de las flores y la rugosidad de la tierra.
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