Esta obra ilustra la concepción mística del árbol como símbolo de vida.Aquí hay un árbol caído, que se niega a morir y sigue elevando sus ramas hacia el cielo. Su figura recuerda la de un hombre caído que intenta levantarse nuevamente.
"Pintando soy feliz, porque al pintar encuentro el punto de unión entre mente y corazón y entro en un estado meditativo donde descubro la unión con lo divino."
Licenciada en Bellas Artes, ha participado en exposiciones de pintura indviduales y colectivas desde 1988, en Argentina y en España, en Tenerife, Canarias desde 2006.
Ilustradora de cuentos, leyendas y poesias.
Investigadora de temáticas rupestres y artísticas.
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