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Esta pintura nos transporta a un acantilado iluminado por la brillante puesta de sol. Las texturas ricas y el uso magistral de la paleta dan vida a un espectáculo hipnótico de luz y color. Los tonos cálidos del cielo y el reflejo dorado en el agua crean una atmósfera de serenidad y maravilla. Las rocas del acantilado emergen como monumentos solemnes, enmarcando la escena y ofreciendo un contraste robusto con la inmensidad del océano pacífico. Esta obra no solo captura un momento, sino también la esencia de la belleza natural y el viaje eterno del sol.
Desde niña quise ser pintora. Es algo maravilloso ser capaz de crear y transformar la materia en una obra de arte , trasmitir mis emociones y conectar con las personas a través de mis obras.
Me inicié en la pintura de una forma realista pero ha ido evolucionando hacia trabajos mas abstractos y expresionistas
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