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Esta obra es una expresión de tranquilidad y belleza natural, capturada con la rica textura y profundidad que ofrece la pintura al óleo. El realismo envuelve al espectador, trasladándolo a un paisaje sereno donde el tiempo parece detenerse. La paleta de colores ricos y terrosos, que van desde los suaves púrpuras de la lavanda hasta los dorados de los campos cultivados, evocan la calidez y la armonía del mundo natural. Esta pieza es más que una pintura; Es una ventana a un eterno momento de paz, lista para enriquecer y equilibrar cualquier espacio con su energía calmante.
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