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Las sierras que forman el valle de Calamuchita en la provincia de Córdoba, incluyendo aún, las sierras chicas que llegan hasta la Pedanía de Achiras, son demasiado bellas para captarlas en su plenitud con nuestros pinceles. Aunque sé que eso es muy posible en manos de pintores muy diestros y ejercitados.
Yo amo “hacer una interpretación” de esos accidentes serranos, entrecerrando los ojos y dejando que la sierra cuente espacios y formas diferentes a los que ve el ojo común; bajando al plano una recreación cuasi abstracta de las formas que sugiere esa mirada. Vivo mucho más intensamente estas abstracciones, que el paisaje fácil y cómodo que provee la sierra por naturaleza. Yo prefiero llevar esa naturaleza a tensiones diferentes, mediante empastes generosos y rupturas cromáticas al extremo. Esas abstracciones pueden tener diversas intensidades. Algunas se rinden a los planos y otras dibujan siluetas más reconocibles. Pero el contexto general de la obra terminada, devuelve al espectador la plena intención artística del autor: “Esa recreación de un paisaje intensamente activo y al mismo tiempo inmensamente bello a la mirada”.
Las texturas son provocadas de manera intencional, en bases a preparados artesanales con enduídos plásticos, bases acrílicas, acrílicos, colas vinílicas, gesso, tizas, pigmentos artificiales y orgánicos, colorantes, ferrites industriales y otros. Los pinceles también son preparados artesanalmente usando y acomodando brochas y pinceles desgastados de la pintura de obras y viviendas. Por último esos gruesos empastes se trabajan con lijas de diferente graduación, aplanándolos y dejándolos apto para recibir la coloración provocada por tizas pastel fuertemente fijadas con sustancias también preparadas de manera personal.
Presentación:
Gentileza de RICARDO SÁNCHEZ
“Quien lea estas líneas probablemente no sepa que Abel Fernández es mendocino. Y en verdad esa condición de origen no tendría ninguna importancia a los efectos de esta exposición sino fuera porque ese “ser mendocino” ubica su obra en un territorio reconocible, y perfila su pertenencia a una escuela que ha dado a otros artistas como Carlos Alonso o Luis Scafati, por citar a dos de los grandes.
La línea dibujística impactante, sutil, esfumada, sugestiva, de Abel Fernández es hija de esa escuela, y es el primer elemento de su obra que provoca profunda admiración.
Hace aproximadamente 25 años, cuando hizo su primera exposición en Río Cuarto, ya la sutileza de ese trazo suelto mostraba una contundente capacidad para cargar de dramatismo a las figuras.
Al titular esta exposición “20 Años no es nada”, en obvia alusión a “Volver”, el famoso tango de Gardel y Le Pera, el artista hace algo más que una referencia enumérica a su ausencia prolongada de las salas de exposición: dado que sus series (“Tango y Músicos”, “Los Cóndores”, “Las frutas” -naturalezas muertas, “Bailarinas y desnudos” y “Que se encargue el otro” (originada en la maravillosa “Los Niños primero”, que presentara en otro tiempo), revisitan imágenes de otrora, el título resulta casi un recurso irónico.
Porque es que, 20 años después, Abel Fernández no solo sigue siendo el notable artista que era entonces, sino que estas “remodelaciones”, estos “retoques”, estas “revisiones”, nos permiten experimentar la potenciación esplendorosa de su condición creadora. De modo que esta exposición que usted admira, en lugar de poner en escena ese retorno con la frente marchita al que alude el tango, lo muestra en plenitud, y con un impactante enriquecimiento de sus facultades de siempre.”
RICARDO SÁNCHEZ – – Diario PUNTAL Y Canal 13
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