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Como ecosistema de creación humana arrebatado al bosque para el pastoreo, la dehesa resulta una conjunción de estratos vivísima, cada uno de los cuales aporta un matiz de color al conjunto. Bajo el azul intenso de los cielos del suroeste ibérico, el verde de las encinas primitivas se funde con el ocre de la tierra y los tonos verdosos y pajizos de los pastizales, creando un paisaje intervenido repleto de pureza y serenidad contenida.
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