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Este cautivador cuadro abstracto evoca una sensación de tranquilidad y belleza etérea a través de su magistral uso del color y la textura. El lienzo está dominado por tonos suaves y apagados de beige y gris en la parte superior, que dan paso a una suave mezcla de rosas y morados hacia la parte inferior. Estos tonos se entremezclan entre sí, creando una atmósfera de ensueño, casi de otro mundo.
Los elementos de textura son prominentes, dando al cuadro una sensación tridimensional. Las pinceladas gruesas y empastadas añaden profundidad y movimiento, sugiriendo un paisaje terrestre o marino envuelto en niebla. La zona central presenta un estallido de colores cálidos -rojos, naranjas y blancos- que podrían representar una puesta de sol o un amanecer lejanos, proyectando un suave resplandor sobre la escena.
Los tonos rosas y morados del primer plano podrían interpretarse como reflejos en el agua o tal vez un campo de flores en flor. Este contraste entre el cálido resplandor central y el primer plano, más frío y suave, crea un equilibrio armonioso que invita al espectador a explorar las cualidades serenas y meditativas de la obra.
Veronika Obushikhina prefiere el arte abstracto , utilizando técnicas mixtas como la pasta de textura y el acrílico para crear profundidad y volumen. Inspirándose en la naturaleza, la arquitectura y las experiencias emocionales, se centra en la interacción de texturas y colores para evocar emociones complejas. El uso de la pasta de textura añade tridimensionalidad y atrae al espectador a un nivel más profundo. Veronika pretende crear experiencias sensoriales envolventes, invitando al espectador a explorar la profundidad de sus creaciones y a sentir una profunda conexión con su arte.
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