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Una pelota perdida, flotando en el anchuroso mar es como una ilusión que se escapa. La deseas, la quieres alcanzar pero no es posible. Solo Dios conoce el destino final de cada ilusión perdida, solo èl conoce el paradero de las pelotas perdidas en el mar.
Comencé a pintar mis primeros 'frescos' a los 10 años.Vivíamos en una granja a las afueras de Sant Cugat del Vallés y mi padre en su tiempo libre pintaba al óleo en las paredes de la vieja casa. Bodegones, paisajes, bellas obras que quedaron allí como testimonio de que por ese lugar pasó un artista discreto con un hijo aprendiz.
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