La obra muestra a una persona flotando en el agua, con la cabeza inclinada hacia atrás y los ojos cerrados, transmitiendo una sensación de relajación y serenidad. La técnica utilizada es la pintura al óleo, con pinceladas visibles que crean una textura rica y dinámica.
Los colores predominantes son tonos azules y grises, que representan el agua y reflejan la luz de forma realista. La combinación de colores y la técnica de pincelada suelta dan una sensación de movimiento en el agua, mientras que la figura humana permanece tranquila, creando un contraste interesante. La obra captura un momento de tranquilidad y conexión con la naturaleza, evocando una sensación de paz y contemplación.
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