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Se ha dicho que el expresionismo abstracto es un estilo violento. Yo no pienso igual, por más que en este caso decidí titular al cuadro la ira. Aún con todo, no era ese el estado de ánimo que tenía cuando lo realicé: una vez terminado, vi que la palabra “ira” había quedado plasmada en el gotelé, (abajo, en la base del cuadro, y con la letra “A” del revés) así que decidí darle ese nombre. Más bien tantos colores transmiten una sensación de alegría.
Las cruces no son más que cruces, sin ningún tipo de reivindicación o protesta. Me parecían un motivo estético, y dado que normalmente, cuando pinto en abstracto, no busco más que la expresión del instante y sin premeditar, termino pensando que el cuadro habla por sí solo, que mi lado racional no pretende darle más forma que la de el de dejar la mente en blanco.
Y permitir así que todo fluya.
Por eso, a veces, pienso que soy como un pintor Zen, si bien formalmente, lo que se manifiesta, es aleatoriedad pura. Aleatoriedad pura en un mar de contrastes.
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