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Esta obra se caracteriza por su composición austera y su uso controlado del color, que emplea una paleta restringida para enfatizar el contraste y la forma. El sombrero, con su silueta imposible y colores primarios, rompe con la monocromía del rostro y el fondo, centrando la atención y desafiando la perspectiva convencional. La técnica de pintura plana, sin textura visible ni gradación de tono, recuerda al estilo modernista y a la estética del cartelismo de principios del siglo XX.
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