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La base física y fundamental de mi obra, es la utilización de la mayoría de bocetos realizados en las prácticas de dibujo, es una búsqueda interesante, gracias a que retomo tanto la técnica como el resultado mismo de esas experiencias, asumiendo el dibujo como motor de mi propuesta, buscando una aproximación entre ellos, una empatía, reconfigurando su estructura para dar aún más equilibrio a mi composición y un dialogo que sustentará mi propuesta; todo esto no será fácil, pues encontrar en ellos una gran cantidad de información que no logro unificar y contextualizar, algo de lo que si estoy seguro es , que aquellos seres, “seres extraños” como los llamaría en su tiempo, están de espaldas, no tienen sexo, o mejor aún, cada uno de ellos se funde en una androginización del cuerpo, me niegan su mirada, asumen una posición placida pero preocupante, como una expectativa sublime a su creación. Luego centro mi interés en estos dibujos, experimento las posibilidades de plantear plásticamente la idea de unos seres que en su negación facial y en su posición de espaldas, manifiestan todo el desconcierto que como seres humanos sentimos, frente a los sucesos sociales, políticos, económicos y culturales, las posibilidades físicas en las reflexiones centrales son encaminadas a la exploración de nuevas imágenes.De esta forma procuro ser un crítico, concluyo que la solución plástica a mi necesidad será el poder mostrar pictóricamente en la técnica del óleo sobre lienzo, el resultado de estas experiencias. En estas pinturas se aprecia escenas andróginas dispuesta naturalmente y uniformemente contra el fondo que se levanta frente a ellos, (seres extraños), el hecho de que nos den la espalda refuerza la vulnerabilidad del no sentirse contemplado, al tiempo que hace hincapié en la condición de voyeur del espectador. Hecho que no puede más que elevar la curiosidad por lo mirado. Atención que se acrecienta aún más cuando nos damos cuenta de que los cuerpos mirados, ¿es hombre?, ¿es mujer? son unos cuerpos andróginos de formas definidas pero no excesivamente musculosas; la condición de desnudo no es de una notoria delicadeza, casi de pudor en la medida en que nos dan la espalda, la postura erguida y en tensión no hace más que resaltar la textura de sus formas. Son unos cuerpo de deseo, congelados en una postura que nos condena, como espectadores, a nunca acabar de verlos, a esperar su proximidad facial a procurar abarcar toda su sensualidad, a no poder sorprendernos al descubrir que se trata en efecto, ¿de un hombre afeminado?, ¿de una mujer delgada y poco voluptuosa?, ¿de una levedad simbólica?, Todo esto es el andrógino por excelencia. La creación de una imagen espectral en la acción de espejo o simetría, sitúa el proceso propio de representación dentro de la pintura, donde el significado y proceso de una obra completa se reinstala en miniatura dentro de la obra misma, la imagen se duplica en sí misma. La disposición de las figuras revela el contorno de los cuerpos, destacando las curvas de sus “nalgas”, “hombros “y demás aspectos físicos estructurales. Los fondos aparentemente planos y vacíos aparta al ser del contexto de su vida diaria, de sus obligaciones, si a este ser se hubieran dispuesto su cuerpo de una manera más compleja, se habría revelado de manera más evidente el poder mediador de la cultura extrema que lo priva de su propia subjetividad.
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