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El cuadro es una alegoría sobre el fruto de la uva, materia prima con la que se
elabora el vino, la bebida de los dioses capaz de embriagar, estimular y agudizar la
parte soñadora e imaginativa que todos poseemos.
En la pintura está representado un racimo de uvas sobre un plato en primer término.
En segundo plano he reinterpretado la gran obra “El triunfo de Baco” de Velázquez.
Baco o Dionisio, dios de la fertilidad y del vino es también el dios protector de la
Agricultura y en esta obra lo represento iluminado en tonos verdosos y ejerciendo su poder benefactor.
Erika Seguín nace en Piedras Blancas, Asturias, y actualmente reside en Madrid.
Arquitecta Técnica en la Universidad Politécnica de Madrid.
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