Esta es la segunda pintura de la serie de obras dedicadas a los Diablos danzantes de Yare. Cartujo resalta en varias partes de la máscara el uso del degradado, de una tonalidad a otra del mismo color; haciendo referencia a los cambios de la vida, que las heridas las cura el tiempo y que no todo termina con la misma forma en la que empieza.
En las orejas usa técnica de salpicado con pintura blanca, para simular las millones de estrellas en el universo, en representación de las tantas oportunidades que se nos presentan a lo largo de nuestra existencia, y que cada una conduce por un camino distinto.
Se trata únicamente de pintura acrílica sobre canvas, a excepción de las rayas doradas de la parte exterior de las orejas, las cuales fueron realizadas con marcador de pintura al óleo metálico.
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