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A finales del año 2019 cogí por primera vez en mi vida un pincel para ayudar a un sobrino en unos trabajos que tenía que hacer con acrílico.
Cada vez que mojaba el pincel con acrílico y hacía trazos en el lienzo, me sentía tan fascinado que desde entonces no he dejado en ningún momento de tener el pincel en la mano.
Cuando no lo tengo físicamente siento como mi mano y el pincel continúan dejando sus huellas sobre el lienzo.
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