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En este trabajo, busqué capturar la sutil interacción entre luces y sombras, usando acuarela para evocar una sensación de calma y reflexión. La técnica impresionista me permitió explorar la textura y el color libremente. Aquí, la vibrante fruta y el sencillo recipiente se convierten en símbolos de lo ordinario, invitando al espectador a encontrar belleza y profundidad en los momentos más simples de la vida. Este cuadro irradiará serenidad y contemplación en cualquier espacio.
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