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Esta acuarela pretende ser un homenaje al sempiterno amigo del hombre: el perro. Un animal que a lo largo de los siglos ha demostrado ser algo más que un compañero, una mascota, una herramienta o un vigilante, realizando labores de protección y cuidado, de búsqueda de desaparecidos, de lazarillo de invidentes, de entretenimiento de niños y mayores, de compañía… Un animal noble que siempre nos dará mucho más de lo que podamos esperar de él aún sin pedírselo. Afortunado es sin duda el que cuenta en su entorno con él.
Desde pequeño he sentido una fuerte atracción por el arte, especialmente por la pintura. Con catorce años mi profesora de dibujo me sugirió una visita a la Facultad de Bellas Artes de mi ciudad y eso supuso una experiencia inolvidable para mi y aunque desgraciadamente mi formación universitaria no fue por ese camino, nunca deje de pintar como aficionado. Aunque he recibido diversos cursos y seminarios de dibujo y pintura, podría decirse que en el fondo soy autodidacta. Mi pintura es figurativa y la temática que utilizo aún siendo mayoritariamente paisajística, es variada.
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