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Como su propio nombre indica aparece la figura de un guerrero protegido con armadura, pectoral, celada y lanza. Si bien su cometido no es de guerra sino de paz.
De una de sus manos surgen haces de luz para sanar que constituyen su propio escudo de protección; y con la otra se equilibra mediante la lanza de apoyo, no de lucha, que a modo de aguja de reloj marca su trayectoria vital. La fuerza motora que impulsa la energía de sanación parte del hara, centro vital humano.
La lanza constituye una especie de puntal que le ancla en tierra y contribuye a describir junto con el cuerpo del guerrero una “v”de victoria cuyo vértice lo forma en la intersección con la anterpierna del guerrero.
La doble figura descansa sobre el pie del guerrero, manteniendo un equilibrio estable dentro de la inestabilidad que supone la posición en que se sitúa. Símbolo de la misma inestabilidad de la vida que coloca en repetidas ocasiones en situaciones difíciles.
En ellas se pone a prueba la firmeza del guerrero manteniéndose equilibrado incluso en las posiciones más incómodas o inestables. Se trata de hallar la estabilidad dentro de la inestabilidad. Todo fluye nada permanece salvo la confianza y la fe en sí mismo, la fe que emana de su propia luz interior.
Si se invierte la figura se observa que la coraza adquiere forma de perfil de luna con un gran ojo a la altura de la depresión de la nariz. Con destellos de luz en la parte posterior de la cabeza.
El hecho de que la luna esté invertida y que quede enmarcada entre la mano izquierda del guerrero y la base de la lanza sitúa al guerreo en una posición cómoda frente a ella de fácil manejo o dominio. Le dirige la mirada con facilidad y soltura. No hay resistencias, forcejeos, ni lucha.
La luna está prácticamente a los pies del guerrero e invertida. Se da como una especie de connivencia en que los dos están cómodos y contentos. Superioridad por parte del guerrero pero no dominación, ni humillación hacia ella.
La luna simboliza las emociones frente a las que el guerrero se siente cómodo. Ha sabido transformarlas, invertirlas y hacerlas materia de conocimiento lo que le da firmeza, seguridad, flexibilidad.
No es necesario que realice demostraciones de poder, ni que avasalle o trate de dominar. Su actitud es de amor y comprensión y en ello radica su propia fortaleza.
Ha transformado la luna en un sol que brilla a sus pies. Es decir las emociones en luz, sabiduría, comprensión, amor, consciencia. La consciencia del conocimiento de que todos los seres son iguales, nadie es superior a nadie. Todos poseen las mismas emociones y la capacidad para transformar las que no interesan. El hacerlo o no depende del grado evolutivo de cada ser. El guerrero ha pasado por todos los estadios y mira con amor aquellos que recorren los primeros pasos en la escala progresiva humana.
El pectoral es importante en el guerrero porque en él brilla un pequeño sol que brota de su corazón. El sol que hay en su interior es el que se manifiesta en su exterior, es decir en la relación con su entorno.
Es en las dificultades que generan las movidas emocionales donde encuentra su fortaleza y su propia materia de crecimiento. Fortaleza, flexibilidad y no resistencia.
Aprende de la vida, y es flexible frente a las resistencias del ego.
No lo alimenta, no hay pelea.
Le está indicando el camino a seguir.
Querer mantener posturas pertinaces está lejos de su actitud.
Cuando algo lo obstaculiza entiende que debe ir por otra vía. Ha comprendido el lenguaje del universo que quiere su propia felicidad. Ha comprendido que quienes le obstaculizan el camino y lo excluyen son aliados. La vida o los designios divinos los han puesto para que pueda optar por otra realidad mejor que merece por el trabajo personal realizado a lo largo de su vida.
Saber ver en los enemigos aliados que le indican el camino a seguir le ahorrará sufrimiento y dará las gracias por ello.
El guerrero como ser sabio que es sabrá ir hacia el interior, meditar y dirigirse hacia el nuevo camino que la vida le esté trazando.
Saldrá de los engranajes sociales de persona adaptada a sistemas para ser él mismo. Saldrá de sentimientos de culpabilidad.
Brotará la autoestima que no permitirá abusos de nadie sobre su persona y que le podrían desestabilizar de permitirlo, ni abusará de nadie.
El ojo de la luna se ha convertido en el sol que guía sus pasos por la tierra. Sabe ver desde la verdad, no desde el ego y salir de la rueda del sufrimiento.
La celada le protege de su propio pensamiento, de dudas, vacilaciones, confusión y dirige su mirada hacia la luz, hacia su mano.
Anclado en la tierra da y recibe luz de ella. Lo que significa que al no fantasear y aceptar la realidad y los demás tal como son recibe a su vez de ellos amor, de su entorno, de la realidad de la tierra.
Su mano supone un importante elemento para el guerrero, le vincula a los otros. Constituye el elemento puente. La luz que emana de ella constituye el vehículo de sanación. Es una energía que debe dar a los demás. Cuando no se hace puede volverse en contra generando depresiones, sufrimiento y malestar.
Con la mano derecha da, descarga su energía sobre la tierra, personas, animales, objetos, a través del rayo de luz que constituye su lanza.
Transforma así su propia oscuridad en luz.
Con la mano izquierda recibe describiendo un círculo de sanación. Precisamente el guerrero está inscrito en un círculo que simboliza el cielo. La misión del guerrero es instalar el cielo en la tierra para lo que es necesario comenzar por instalarlo en su propio corazón.
El pectoral del guerrero está formado por un cuadrilátero en el que se halla inscrito un círculo. Significa que el guerrero ha unido en su corazón el cielo a la tierra y la felicidad ,el paraíso, se halla instalado en él independientemente de lo que ocurra en su exterior y del grado de confort material que pueda darse.
La belleza y el confort está en sus actos, palabras o pensamientos. El sarcasmo y la burla no penetran en su alma puesto que el escudo de luz le protege.
El guerrero respeta y emana auto respeto puesto que es consciente de quien es, del potencial divino que hay dentro de él. Sabe liberarlo, ayuda a sanar emocional y físicamente a los demás. Por ello está implicado, en primer término, en su propia sanación.
Cualquier persona puede convertirse en guerrero. Depende de su voluntad. Todo el mundo tiene la capacidad de sanar solo ha de tomar consciencia de que así es.
Si el organismo se regenera por sí mismo frente a una herida significa que hay una energía en el ser humano superior a él de la que forma parte.
Solo ha de tomar consciencia de que así es y ,sin vanidad, comenzar a ejercitarla.
El reiki es una buena vía para canalizarla. En la carta la figura del guerrero está vinculada a la energía del reiki. Toda persona que entra en el camino del reiki y comprende su significación y magnitud inicia el camino del guerrero de luz.
Mercedes Reverte nace en Barcelona en 1964. Es autodidacta, a pesar de haberse formado en el estudio de la pintora Teresa Farrés. Es miembro activo de Firart en sus inicios y realiza diversas exposiciones individuales en FNAC, EMD de Valldoreix, Antigua estación de RUBÍ, Versión Original, etc.Se gradúa en Psicología en el año 2016 y se especializa en Autoliderazgo y Conducción de Grupos, Estimulación Cognitiva y Psicoterapia breve estratégica. Todo ello le permite cambiar la visión actual del Arte, puramente contemplativa por una visión de comprensión.
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