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Aparece un enano flotando en el aire con una luz, a modo de linterna, contemplando a la luna.
Significa que el ser humano se siente pequeño, perdido, desorientado en el universo y sin saber muy bien adonde dirigirse.
El enano simboliza la pequeñez del conocimiento de su propia identidad, el enanismo moral y el hecho de estar flotando la desorientación.
En el templo de Delfos en la antigua Grecia figuraba una inscripción que rezaba así: “conócete a ti mismo y serás Dios”.
Revela que solamente mediante el conocimiento de uno mismo se puede purificar el alma. Reconocer y transformar los fallos e ir descubriendo los potenciales internos.
Son ilimitados ya que la energía que da vida al cuerpo es divina.
Los órganos funcionan sin haber de darles indicaciones.
Los sistemas circulatorio, digestivo, linfático, hormonal, neurológico... funcionan sin que actúe la mente. Lo que supone que una inteligencia superior los rige y cuando se conecta con ella se es ilimitado.
El hombre no es Dios pero forma parte de él como la gota al océano. No es el océano pero posee la misma composición que toda el agua del mar
En el dibujo el enano aparece con una linterna, la luz del conocimiento, observando la luna las emociones. La observación de las emociones a través del conocimiento es lo que permite transformar sufrimiento en armonía y dicha.
Una idónea forma de observar las emociones es a través del TRABAJO. Constituye una importante vía de autoconocimiento y autorrealización. Dignifica al ser humano y supone un excelente instrumento de crecimiento personal, bien sea el doméstico o el desarrollado a través del mundo laboral. Es importante la implicación en él aunque no se trata solo de la experiencia que se aprende en su misma práctica sino también de las relaciones que se establecen y que obligan a trabajar emociones. Observarlas y ver las reacciones personales ante los estímulos externos ayuda a evolucionar.
A través del análisis diario de las propias emociones y la autoevaluación de los actos en la interrelación con los demás aprendemos a conocernos.
Se trata de ir purificando el ser, transmutando emociones negativas (karma), bloqueos, penas, autoengaños......en emociones positivas (darma), compasión, caridad, benignidad, ecuanimidad dentro del entorno laboral que se viva en el momento. Es en la calma interior o el vacío, lugar de paz y felicidad en el que la sabiduría puede penetrar, donde se encuentran los recursos para enfrentarse a la vida laboral.
El hecho de que se realice el trabajo con la mayor dignidad posible o que se mejoren las relaciones laborales mientras se está en él no significa que el trabajo deba tener un carácter estático. Es decir que se deba permanecer en el mismo frente a toda dificultad. Es conveniente saber ver cuando no se nos permite aportar más o ya se han realizado los aprendizajes que el alma demandaba. En ese caso buscar cuál es el siguiente paso a seguir y dirigirse hacia otro tipo de trabajo que permita aportar y aprender más.
Se da una búsqueda y voluntad de cambio. En esta búsqueda es importante el trabajo efectuado diariamente. Es necesario que coincida con la propia volición. Ser auténtico y no dejarse llevar por opiniones ajenas relacionadas con el prestigio social o crematístico.
Se invita a la persona que observa este dibujo a que persevere porque la paciencia en la observación de sus emociones poco a poco, día a día supone una importante clave en el proceso de transformación.
Admitir el equivocarse, en ocasiones, aprender de ello pero trabajar en dirección del propio deseo.
El primer paso de transformación personal a través del trabajo consiste en dejar de considerarlo como un castigo divino: “ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Bajo ningún concepto. Dios no dio la tierra que es el paraíso para sufrir y padecer. Fueron las actitudes egoístas las que la convirtieron en un infierno. Si cambiamos nuestras actitudes se restaurará el paraíso.
"Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni allegan en alfolíes; y vuestro padre celestial las alimenta, ¿no sois vosotros mucho mejor que ellas?
Reparad los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan. Mas os digo que ni aún Salomón con toda su gloria fue vestido así como uno de ellos"
(Mateo 6:26)
Mientras no se está ejercitando el trabajo ideal que hemos venido a desarrollar es importante hacer ideal el trabajo que se ocupa en el momento. Sentirse bien en él y con las personas con quienes necesariamente se convive. Crear un buen ambiente. Aunque sea algo transitorio y no haya expectativas de quedarse. Tal vez esa actitud lo convertirá en más ligero. De hecho todo es temporal, efímero, fugaz en la vida de la materia.
El secreto de que un trabajo se convierta en un buen trabajo consiste en aprender a gozar de la tarea en sí misma y del mundo de las relaciones laborales.
La motivación del trabajo no ha de ser exclusivamente económica. Cualquier factor centrado en el egoísmo desvirtuaría la empresa a realizar y la convivencia.
Si las relaciones que se dan son humanas siempre se negociarán acuerdos que favorezcan a todos.
Por respeto y amor a los otros se dará autorresponsabilidad y de manera libre y altruista se cederán privilegios cuando sea necesario.
Si se busca el propio bienestar, sea económico o de otra índole y se desprecia el de los otros nadie puede recibir nada. Se genera lucha y en consecuencia empobrecimiento moral y económico.
En cambio cuando todos dan todos reciben.
Es importante que nadie juzgue o persiga el trabajo del otro. Mientras se persigue o juzga al compañero no se desarrolla el propio.
Es importante ejercer el sentido de la responsabilidad aunque los demás pudieran no ejercerlo. Siempre quedará la propia dignidad y el ejemplo. Además pudiera ser que los otros se responsabilizaran también de su trabajo y no se supiera apreciar. Nadie está en la piel de los demás.
Es necesario desarrollar la empatía. Somos seres humanos y no máquinas y no todo el mundo rinde al mismo tiempo como cuando se pone una batería de televisores en marcha.
Los factores de rendimiento personal dependen de estados anímicos y de salud física. Por tanto cuando una persona se encuentra bien no significa que la otra esté en el mismo estado y pueda desarrollar la misma capacidad de trabajo. Es necesario tener paciencia porque en algún momento puede suceder lo contrario.
Si todo el mundo actúa con consciencia las relaciones laborales son más fáciles y se crece rápidamente a través del trabajo.
Para poder colaborar en equipo es necesaria la auto exigencia, tolerancia, empatía, respeto y consideración por la labor ajena.
Estar dispuestos a aprender de los demás con humildad y sin envidias por sus logros así como a compartir los propios conocimientos de manera generosa aunque no imponerlos.
En síntesis disfrutar del trabajo que se realice en el momento. Tener muy claro el que nos gusta desarrollar y trabajar en esa dirección.
(Carmen Luelmo y Mercedes Reverte)
Mercedes Reverte nace en Barcelona en 1964. Es autodidacta, a pesar de haberse formado en el estudio de la pintora Teresa Farrés. Es miembro activo de Firart en sus inicios y realiza diversas exposiciones individuales en FNAC, EMD de Valldoreix, Antigua estación de RUBÍ, Versión Original, etc.Se gradúa en Psicología en el año 2016 y se especializa en Autoliderazgo y Conducción de Grupos, Estimulación Cognitiva y Psicoterapia breve estratégica. Todo ello le permite cambiar la visión actual del Arte, puramente contemplativa por una visión de comprensión.
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