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Esta composición fue concebida durante el año 2000, en Madrid. Representa una relación heterosexual convencional, entre dos jóvenes. Emocionalmente la libido les acerca, son atraídos uno por el otro. Sin embargo, esta atracción ha de encontrar una barrera. Esta barrera es esta bola o enjambre de espinas que los amantes intentan rodear. Intentan un abrazo casi imposible. Las espinas ente ellos, son insalvables.
Estas espinas resultan paradójicas, ya que mientras mayor sea el acercamiento mayor también será la herida. Mientras mayor sea el amor o la pasión, mayor también será la experimentación del dolor. Lo que sugiere que se trata de una relación disfuncional o relación tóxica. En las cuales, a mayor intensidad amorosa engendrada, mayor es el trastorno que provoca en el otro. En una progresión directamente proporcional.
El escenario de este romance brota sobre una “base” (colchón) de espinas que en realidad hace de Nido. El simbolismo del “nido de espinas”, expresa una contradicción desconcertante. Indica que la relación de pareja se está criando en el seno de un entorno favorable, confortable o protector como debía esperarse. Por el contrario, es más bien adverso y hostil.
El predominante color rojizo, como es habitual, aporta su simbolismo inherente. La pasión desbocada, por un lado, y algo de violencia por otra.
Cabe notar que la silueta de las parejas abrazándose esconden una figura oculta, a saber: un corazón.
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