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¿De quién es este sueño
que me nombra?,
que me ilumina
cuando quiero ser sombra
y apaga todas las luces
justo antes de amanecer.
Tan lleno de jueves,
con sus grises
indigeribles,
de domingos sin pausa
y lunes de discos eternos.
Miro el sol entre los espejos
con los ojos inundados
de intrascendencias,
de circunstancias,
de mientras siempres,
de todavías.
Sólo resta
mojarse los labios de estrellas
mordiendo la piel del cielo,
robarle la bruma y el titilar
en bocanadas a la noche,
velarle los insomnios a la luna.
Desde este miedo
todas las marcas de luz y obscuridad
son ángeles y demonios
para salvarse,
manchas de tiempo
-vulgar e inexistente-
hechas para solapar
entre la ficción
sus mentiras.
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