Percusionista de estudios académicos y artesano de intuición natural Eduardo Cordova (La Habana, l963), decidió un día hacer sus propios instrumentos porque el sonido de su tambor no lo dejaba del todo satisfecho. Comienza así una aventura en la que troncos de cedro, herrajes y cueros comienzan a dar forma a un mundo de sonoridades y sueños en los que música y artesanía convergen y se complementan sin fijar límites precisos.