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La vida en un ocaso
tiene cuerpo de momento,
es efímera en un día,
pero eterna en doce meses.
Es el arte de los sensibles,
de los fieles; paraíso,
el perdido tesoro de distraídos
un escenario del amor.
La vida en un ocaso
es belleza,
es magia y armonía
en el abrir del corazón.
De niña crecí en contacto con la naturaleza, la exploración y la libertad eran los motores de mi inspiración. Como todo niño aprendí jugando, soñando y afortunadamente riendo y ensuciándome con arena y tierra. El agua me hablaba, aún hoy lo hace. Mi primer amor fue la naturaleza, ella me ha contenido en mis desahogos y en mis inquietudes ha dado respuesta, le ha dado expresión a mi alma y luz a mis sentidos.
Hoy no soy una artista profesional, más bien me aboco día a día a la salud...
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