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Existe una historia de gran vacio y desolacion fomentado por la fe.
Se da el sepelio mas triste y conmovedor antes no visto, una anciana de aproximadamente 80 años era la unica acompañante del difunto, con un rostro desencajado por su dolor y la falta de recursos; rogaba e imploraba ante la puerta cerrada de la iglesia, que el cura se nego a abrir por no existir el PAGO correspondiente de tal misa.
El cuerpo era transportado en una camioneta de un modelo muy antiguo a la cual le quedaban vestigios de mejores tiempos. El conductor no podia ser apreciado por el mal estado de los vidrios, por la cual aparentaba que se movia sin conductor.
La mujer, lo unico que llebaba en las manos, era una flor marchita, languida y deshojandose con los pasos que daba en forma lastimosa.
En la parte superior tenemos un ataud. En la parte derecha una cruz custodiada por dos ojos apasionados. Los ojos amarillos en la parte inferior observan sin pupilas las manos y desgrasia de la flor deshojada ante la muerte indiferente. La mujer envuelta en su angustia y su desesperanza, solamente con el rostro descubierto como un fantasma,
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