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La metáfora está inscrita en la tragedia griega: La Odisea. Penélope, la mujer que espera al héroe mientras teje incansablemente en una semblanza de la paciencia y el estoicismo. Su obra está hecha de la espera interminable y de la confianza obstinada en el regreso de su amado, mientras lo hace el mundo se cae a pedazos: espera reconstruirlo con su labor incansable.
Confesiones de Penélope es un conjunto de tambores pequeños de bayadera, aquellos en los que bordaron las abuelas por mucho tiempo. Cada uno contiene una relación entre mujer-arte, mujer-tiempo, mujer-universo, mujer-casa. Fotos, agujas, retazos, ganchos, trozos de hilo – objetos íntimamente recordados porque representan un mundo cotidiano que identifica a un grupo especifico en la sociedad como son las costureras, las modistas; poniendo en evidencia la manera de percibir el mundo, además de aludir a la actividad domestica de muchas mujeres, otorgándoles un valor ritual y la validez como prueba de una cultura que conlleva a la construcción de la mujer como categoría.
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