Constructor de Imágenes II

• País: Ecuador
• Categoría: Pintura
• En Artelista desde: 10 de junio del 2008
• Etiquetas: retrato, humano, rapa nui

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Acontecimientos y experiencias fluyen incesantes. Provocan imágenes que se transponen sin control. El mundo interior y el mundo del otro, sobrevienen inasequibles

El individuo, frente a tal densidad, desconcertado y apoyado en sus impulsos, inventa instrumentos y artefactos que le permiten abrir un camino.
El artista sigue este proceso, aunque sus artefactos son de otra índole: se evaden y materializan al mismo tiempo. Los objetos artísticos manifiestan esta peculiaridad. En otras palabras, son dinámicos, de su soporte material emanan inagotables sentidos.

Sin embargo, los resultados de la actividad creativa no surgen de la casualidad. Factores diversos intervienen en su estructura; tradición artística, en la medida en que se adentra en el oficio, propone sus anhelos y sus aspiraciones, es decir, justifica sus existencia.

Los arquetipos que subyacen en estos trabajos de Lizarzaburu son las imágenes de los hombres y los peces. Más, no son simples representantes. Sus deformidades descubren la tensa visión del mundo que aqueja al hombre actual. Nada más alejado al reposo de otras épocas.

El acoplamiento de los tonos es traumático y actúa en consonancia con las formas. A Lizarzaburu no le atrae el ritmo cromático, ni la graduación de los matices, ni las relaciones de proximidad... Simplemente los tonos se oponen y el efecto es la intensificación. Son tan vivos que parecen esmaltes. Alegría o violencia aparecen como alternativas.

Los sentidos del receptor se crispan cuando reciben las vibraciones de empastes y texturas. El cabo del pincel y la brocha se mueven frenéticamente como si odiaran a la homogeneidad tradicional.

Sumados los factores de forma, color y técnica, se llega a entender que Lizarzaburu no pinta formas sino tensiones o fuerzas. Para él no es suficiente la analogía. De mano de su imaginación visual penetra en el desconocido ámbito de la creatividad.

Extracto de crítica de Julio Pazos en diario La Hora:
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