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COMENTAR SOBRE LA "NOCHE"
El hiperrealismo expresado por Silvano Battimiello adquiere una fisonomía y una dimensión independiente con respecto al contexto pictórico en el que se inserta.
De hecho, más allá de las formas, los colores y, por qué no, las representaciones del retrato, se esconden una serie de mensajes subliminales, que hacen que el acercamiento a la obra de Silvano sea bastante articulado y multidimensional, tanto que es posible distinguir un aspecto exotérico, fácil. para leer y abrir a la mayoría de la gente, y un aspecto esotérico, escondido en los pliegues del lienzo y reservado para unos pocos, que, con ojos quizás inspirados, son capaces de captar el significado íntimo.
El observador, a primera vista, queda desconcertado por una narrativa tosca y tosca, que lo dejará sin aliento. Siente su propia sensibilidad, impregnada de vacilaciones e inhibiciones morales, severamente probada, investida y atacada, y es presa de una sensación de desconcierto y confusión, tanto que instintivamente estalla en indignación y huye con disgusto.
Pero, sin embargo, se retiene.
Y esta es una peculiaridad de las obras de Silvano, que si por un lado ofrecen el espectáculo de una realidad escuálida y degradante, por otro lado tienen el efecto de despertar sentimientos fuertes y profundos, que inducen a una reflexión seria y sentida, en la que el espíritu recupera el equilibrio y la serenidad, tras el desconcierto inicial.
Y es aquí donde se aprecia el estilo de Silvano, el trazo seco y preciso, una técnica que, al referirse a los carteles publicitarios, recibe una elaboración completamente autónoma tanto en capacidad narrativa como en desarrollo. Todos elementos obtenidos gracias a un estudio detenido, una investigación continua, una comparación constante y un deseo de expresar un sentimiento íntimo madurado y refinado en la escuela de la vida.
Por tanto, es cierto que es cierto que la impecable repetición de un cartel (casi despegado de la valla publicitaria y vuelto a pegar en el lienzo), que invita a comprar el habitual calendario de fin de año con modelos, actrices y shoow girls que buscan éxitos fáciles. las formas femeninas perturbadoras, en actitudes seductoras y seductoras, causan inevitablemente disturbios y excitaciones en las almas masculinas.
Pero, la visión contextual de un mendigo pidiendo limosna, que expone un texto sagrado abierto con la imagen de Cristo en una hoja de papel y las palabras: "... hoy estarás conmigo en el Cielo". por otro, como para dar fuerza a su súplica, ofrece el punto de partida para una amplia reflexión que va desde el marcado contraste entre una condición gozosa y una miserable, a las diferencias sociales y económicas, que estimula, al resaltar un realidad hecha de malestar y marginación, una sensibilidad social dormida, que hace que el lienzo adquiera valor de denuncia.
Pero si esto es así, es en parte cierto, y la observación más cuidadosa, combinada con un conocimiento directo del autor, de su psique más íntima, en el doble componente consciente e inconsciente, adecuadamente sonado, lleva a definir tales interpretaciones como parciales, increíblemente , casi improbable, pero seguro. . . parcial.
La clave para un estudio más a fondo la proporcionan las palabras: "... hoy estarás conmigo en el cielo". que es un pasaje contenido en el Evangelio leído el domingo de clausura del año litúrgico 2004. Inmediato es, por tanto, el acercamiento al otro calendario, el de las mujeres procaces, cuyo Paraíso, hecho de placeres mundanos, resulta a fútil y vano, si se compara con el Paraíso propuesto por el mendigo, hacia el cual está predestinado, predispuesto por la condición miserable.
En este punto, lo que resultó ser una denuncia social, de una condición de malestar y marginación, al revertir su significado, asciende al rango de gratificación moral y que la humanidad sufriente, en este retroceso, resulta ser humanidad verdaderamente gozosa, como el sufrimiento le abre las puertas del paraíso.
El sufrimiento como banco de pruebas para el alma humana, donde se forja el espíritu y el ser humano madura la conciencia de la fugacidad de la condición terrenal, proyectando el logro de la felicidad prevenida en la tierra a una dimensión más allá.
Y es un poco como el grano de trigo que si no se pudre en la tierra no puede dar fruto y es también la amonestación a los discípulos dada por Cristo de que si no moría no podría llevar a cabo su misión.
Pero si atribuimos al sufrimiento un papel catártico, como instrumento de expiación y purificación (y el tema de la purificación se repite en Battimiello), el papel de ayuda no es comprensible, que parece casi pleonástico y fuera de lugar. De hecho, ¿qué sentido tiene invocar ayuda (con mucho énfasis e insistencia) si al final obtenerla sería contraproducente para la consecución del fin de otro mundo?
Y lo mismo ocurre con la farmacia y el bingo. De hecho, ¿qué sentido tiene contrastar la farmacia, donde se obtiene la droga, con el bingo, donde las ilusiones se nutren de desafiar al destino, si al tratar la enfermedad se pierde la condición de necesidad y se niega el acceso al Paraíso?
Y estos son los límites de la narrativa de Battimiello, que al final aparece solo un fruto envenenado de la modernidad, dominado por la discriminación practicada en todos los niveles, tanto institucional como social e interpersonal, consciente o inconsciente, religioso o laico, creyentes. o ateos, sensibles a los problemas sociales o no, etc. etc. y caracterizado siempre y en todo caso por TENER como "símbolo de estatus", al que nadie renuncia, reservándose la tarea de compadecerse del SER y de las ideologías religiosas la de transmitir una compasión banal por el amor fraterno.
Pero sería injusto llevar el discurso sobre lo instrumental y sobre la hipocresía.
Si hay que hacer una acusación contra Battimiello es la de sentirse comprometido con una misión, que es potenciar el sufrimiento, del que, según nosotros, la existencia es plena, si no saturada, y tomar conciencia de ello para convertirlo en un instrumento de redención., a imitación del testimonio de Cristo.
Con esto, el alma de Silvano aparece radiografiada, profundamente grabada por un sentimiento religioso cultivado con intensa dedicación y pasión, del que, sin embargo, se desprenden innegables signos de una existencia vivida en plenitud en todos sus aspectos, tanto placenteros como dolorosos, y con la este último ciertamente superior al primero.
Sin embargo, sigue siendo agradable observar sus obras y detenerse en la atención al detalle, en aquellos elementos extraídos de una realidad que si por un lado está sumergida, por otro nos parece familiar, en la descripción de los ambientes, que parece que hemos visitado recientemente, así como en objetos en particular automóviles y autobuses reproducidos de tal manera que aparecen en movimiento sobre el lienzo, con los ruidos del tráfico de la ciudad.
Y es lo que queda en nuestros ojos y nos asombra, su realismo que se convierte en hiperrealismo conceptual.
Giuseppe BENINCASO
COMMENT ON THE "NIGHT"
The hyperrealism expressed by Silvano Battimiello acquires a physiognomy and an independent dimension with respect to the pictorial context in which it is inserted.
In fact, beyond the shapes, colors and, why not, portraiture representations, a series of subliminal messages are hidden, which make the approach to Silvano's works quite articulated and multidimensional, so much so that it is possible to distinguish an exoteric aspect, easy to read and open to most people, and an esoteric aspect, hidden in the folds of the canvas and reserved for a few, who, with perhaps inspired eyes, are able to grasp the intimate meaning.
The observer, at first sight, is bewildered by a crude and rough narrative, which will take your breath away. He feels his own sensitivity, impregnated with moral hesitations and inhibitions, severely tested, invested and attacked, and is seized by a sense of bewilderment and confusion, so much so that he would instinctively burst into indignation and run away in disgust.
But, nevertheless, it is held back.
And this is a peculiarity of Silvano's works, which if on the one hand offer the spectacle of a squalid and demeaning reality, on the other hand they have the effect of arousing strong and deep feelings, which induce a serious and heartfelt reflection, in which the spirit regains balance and serenity, after the initial bewilderment.
And it is here that Silvano's style is appreciated, the dry and precise stroke, a technique which, while referring to advertising posters, receives a completely autonomous elaboration both in narrative capacity and in development. All elements obtained thanks to a careful study, a continuous research, a constant comparison and a desire to express an intimate feeling matured and refined at the school of life.
Therefore, it is certainly true that the impeccable repetition of a poster (almost detached from the billboard and reattached on the canvas), which invites you to buy the usual year-end calendar with models, actresses and shoow girls looking for easy successes. and disturbing feminine forms, in alluring and seductive attitudes, inevitably causes disturbances and excitements in male souls.
But, the contextual vision of a beggar begging for alms, who exposes an open sacred text with the image of Christ on a sheet of paper and the words: "... today you will be with me in Heaven." on the other, as if to give strength to his pleading, it offers the starting point for a broad reflection that goes from the striking contrast between a joyful condition and a miserable one, to the social and economic differences, which stimulates, in highlighting a reality made of unease and marginalization, a dormant social sensitivity, which makes the canvas acquire the value of denunciation.
But if this is, it is partly true, and the most careful observation, combined with a direct knowledge of the author, of his innermost psyche, in the double conscious and unconscious component, adequately sounded, lead to define such interpretations as partial, incredibly, almost unlikely, but surely. . . partial. The key for further study is provided by the words: "... today you will be with me in Heaven." which is a passage contained in the Gospel read on the Sunday of the closing of the liturgical year 2004. Immediate is, therefore, the approach to the other calendar, that of procacious women, whose Paradise, made up of worldly pleasure, turns out to be futile and vain , if compared to the Paradise proposed by the beggar, towards which it is predestined, as it is predisposed by the miserable condition.
At this point, what turned out to be a social denunciation, of a condition of discomfort and marginalization, by reversing its meaning, rises to the rank of moral gratification and that suffering humanity, in this reversal, turns out to be truly joyful humanity, as suffering opens the doors of Paradise to her.
Suffering as a test bench for the human soul, where the spirit is forged and the human being matures awareness of the transience of the earthly condition, projecting the achievement of happiness prevented on earth into an afterlife dimension.
And it is a bit like the grain of wheat that if it does not rot in the earth cannot bear fruit and it is also the admonition to the disciples given by Christ that if he did not die he could not carry out his mission.
But if we attribute to suffering a cathartic role, as an instrument of expiation and purification (and the theme of purification recurs in Battimiello), the role of help is not understandable, which appears almost pleonastic and out of place. In fact, what sense does it make to invoke help (with much emphasis and insistence) if in the end obtaining it would be counterproductive to the achievement of the otherworldly end?
And the same goes for the pharmacy and bingo. In fact, what sense does it make to contrast the pharmacy, where the drug is obtained, with bingo, where illusions are nurtured by challenging fate, if by treating the disease, the condition of need is lost and access to Paradise is denied?
And these are the limits of Battimiello's narrative, which in the end appears only a poisoned fruit of modern times, dominated by the discrimination practiced at all levels, both institutional and social and interpersonal, whether one is aware or unaware, religious or secular, believers or atheists, sensitive to social issues or not, etc. etc. and always and in any case characterized by HAVING as a "status symbol", which no one renounces, reserving the task of commiserating on BEING and on religious ideologies that of passing off a banal compassion for brotherly love.
But it would be unfair to bring the discourse on the instrumental and on hypocrisy.
If an accusation must be made against Battimiello, it is that of feeling self-invested in a mission, which is that of enhancing suffering, of which, according to us, existence is full if not saturated, and becoming aware of this to make it an instrument of redemption. , in imitation of the testimony of Christ.
With this, Silvano's soul appears x-rayed, deeply engraved by a religious sentiment cultivated with intense dedication and passion, from which, however, undeniably signs of an existence lived to the full in all its aspects, both pleasant and painful, and with the latter certainly superior to the former.
It remains, however, pleasant to observe his works and dwell on the attention to detail, on those elements taken from a reality that if on the one hand is submerged, on the other it appears familiar to us, on the description of the environments, which we seem to have recently visited, as well as on objects in particular cars and buses reproduced in such a way as to appear in motion on the canvas, with the noises of city traffic.
And it is what remains in our eyes and we are amazed, its realism that becomes conceptual hyperrealism.
Giuseppe BENINCASO
COMMENTO ALLA “ NOTTE”
L’iperrealismo espresso da Silvano Battimiello acquista una fisionomia ed una dimensione autonoma rispetto al contesto pittorico in cui si inserisce.
Al di là, infatti, delle forme, dei colori e, perché no, delle rappresentazioni dal tenore ritrattistico, si celano una serie di messaggi subliminali, che rendono l’approccio alle opere di Silvano abbastanza articolato e dalla lettura pluridimensionale, tanto da poter distinguere un aspetto essoterico, di facile lettura ed aperto ai più, ed uno esoterico, celato nei risvolti della tela e riservato a pochi, che, con occhi forse ispirati, riescono a cogliere l’intimo significato.
L’osservatore, a prima vista, rimane sconcertato da una narrazione cruda e scabrosa, da far mancare il fiato. Sente la propria sensibilità, impregnata di remore morali ed inibizioni, messa a dura prova, investita ed aggredita, ed è preso da un senso di smarrimento e confusione, tanto che gli verrebbe istintivo sbottare in un disappunto sdegnato e scappare disgustato.
Ma, tuttavia, è trattenuto.
Ed è questa una peculiarità delle opere di Silvano, le quali se da una parte offrono lo spettacolo di una realtà squallida ed avvilente, dall’altra hanno l’effetto di suscitare sentimenti forti e profondi, che inducono una riflessione seria e sentita, nella quale lo spirito riacquista equilibrio e serenità, dopo lo sconcerto iniziale.
Ed è qui che si apprezzano lo stile di Silvano, il tratto asciutto e preciso, una tecnica che, pur rifacendosi alla cartellonistica pubblicitaria, riceve una elaborazione del tutto autonoma sia nella capacità narrativa che nello sviluppo. Tutti elementi ottenuti grazie ad uno studio attento, una ricerca continua, un confronto costante ed una volontà di esprimere un intimo sentire maturato ed affinato alla scuola della vita.
Pertanto, è sicuramente vero che la riproposizione impeccabile di un manifesto (quasi staccato dal pannello delle affissioni e riattaccato sulla tela), che invita ad acquistare il solito calendario di fine anno con modelle, attrici e shoow girls in cerca di facili successi, dalle procaci e conturbanti forme femminee, in atteggiamenti ammiccanti e seducenti, inevitabilmente provoca turbamenti ed eccitazioni in animi maschili.
Ma, la visione contestuale di una mendicante implorante l’elemosina, che espone un testo sacro aperto con l’immagine del Cristo su di un foglio e la dicitura: “ … oggi sarai con me in Paradiso.” sull’altro, quasi a dare forza alla sua implorazione, offre lo spunto per una riflessione ampia che va dal contrasto stridente tra una condizione giuliva ed una miserevole, alle diversità sociali ed economiche, che stimola, nell’evidenziare una realtà fatta di disagio ed emarginazione, una sensibilità sociale sopita, che fa acquisire alla tela valore di denuncia.
Ma se questo è, è vero in parte, e l’osservazione più attenta, unita ad una conoscenza diretta dell’autore, della sua psiche più intima, nella duplice componente conscia ed inconscia, adeguatamente scandagliata, portano a definire come parziali tali interpretazioni, incredibilmente, quasi inverosimilmente, ma sicuramente . . . parziali.
La chiave di lettura per l’ulteriore approfondimento ci è fornita dalla dicitura: “ … oggi sarai con me in Paradiso.” che è un brano contenuto nel Vangelo letto nella domenica di chiusura dell’anno liturgico 2004. Immediato è, quindi, l’accostamento all’altro calendario, quello delle donne procaci, il cui Paradiso, fatto di goduria mondana, si rivela futile e vano, se confrontato al Paradiso proposto dalla mendicante, verso cui risulta predestinata, in quanto predisposta dalla condizione miserevole.
A questo punto, ciò che risultava una denuncia sociale, di una condizione di disagio e di emarginazione, capovolgendone il significato assurge al rango di gratificazione morale e quella umanità sofferente, in tale rovesciamento, risulta essere l’umanità veramente gaudiosa, in quanto la sofferenza le spalanca le porte del Paradiso.
La sofferenza come banco di prova dell’animo umano, dove è forgiato lo spirito e l’essere umano matura la consapevolezza della transitorietà della condizione terrena, proiettando in una dimensione ultraterrena il raggiungimento della felicità impeditagli sulla terra.
Ed è un po’ come il chicco di grano che se non marcisce nella terra non può portare frutto ed è anche l’ammonimento ai discepoli fatto dal Cristo per il quale se non moriva non poteva portare a compimento la sua missione.
Ma se alla sofferenza gli attribuiamo un ruolo catartico, di strumento di espiazione e di purificazione (ed il tema della purificazione è ricorrente in Battimiello) non è comprensibile il ruolo dell’aiuto, che appare quasi pleonastico e fuori luogo. Che senso ha, infatti, invocare aiuto (con molta enfasi ed insistenza) se alla fine ottenerlo sarebbe controproducente per il raggiungimento del fine ultraterreno?
E lo stesso discorso vale per la farmacia ed il bingo. Che senso ha, infatti, contrapporre la farmacia, dove si ottiene il farmaco, con il bingo, dove si alimentano le illusioni sfidando la sorte, se curando la malattia, si perde la condizione di bisogno e si preclude l’accesso al Paradiso ?
E sono questi i limiti della narrazione di Battimiello, che alla fine appare soltanto un frutto avvelenato dei tempi moderni, dominati dal discrimine praticato a tutti i livelli, sia istituzionali che sociali ed interpersonali, che si sia consapevoli od inconsapevoli, religiosi o laici, credenti o atei, sensibili alle istanze sociali o meno, ecc. ecc. e sempre e comunque contraddistinti dall’AVERE come “status simbol”, a cui nessuno rinuncia, riservando all’ESSERE il compito di commiserare ed alle ideologie di stampo religioso quello di spacciare una banale compassione per amore fraterno.
Ma sarebbe ingiusto portare il discorso sullo strumentale e sulla ipocrisia.
Se una accusa va fatta a Battimiello è quella di sentirsi autoinvestito di una missione, che è quella di valorizzare la sofferenza, di cui, secondo il nostro, l’esistenza è pregna se non satura, e prendendo coscienza di ciò farne uno strumento di redenzione, ad imitazione della testimonianza del Cristo.
Appare, con ciò radiografato l’animo di Silvano, profondamente inciso da un sentimento religioso coltivato con dedizione e passione intensa, da cui, tuttavia, emergono innegabilmente segni di una esistenza vissuta con pienezza in tutti i suoi aspetti, sia piacevoli che dolorosi, e con quest’ultimi certamente superiori ai primi.
Rimane, comunque, piacevole osservare le sue opere e soffermarsi sulla cura del particolare, su quegli elementi tratti da una realtà che se da una parte si sommerge, dall’altra ci appare familiare, sulla descrizione degli ambienti, che pare abbiamo da poco visitato, nonché sugli oggetti in particolare le auto ed i bus riprodotti in una maniera tale da apparire in movimento sulla tela, con i rumori del traffico cittadino.
Ed è ciò che ci rimane negli occhi e rimaniamo stupefatti, il suo realismo che diviene iperrealismo concettuale.
Giuseppe BENINCASO
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