Cuando el mundo o lo que conocemos como tal, todo es ilusión seguramente, se extinga lo hará en una explosión de colores que seguramente vistos por otros ojos seran inexistentes. La destrucción es bella pero con ella se acaba todo, si alguna vez existio.
Si algo caracteriza a los humanos es la gran dosis de irracionalidad que persiste en nuestro, supuesto, cerebro racional. Basta con detenernos a meditar en nuestras actuaciones cotidianas, para percibir, claramente, la certidumbre del argumento. ¿Por qué tenemos hijos? ¿Por qué nos atamos sine die a una persona, con el claro convencimiento, racional, de que el tiempo, ese asesino implacable, acabará con casi todo lo que ahora nos emociona del otro? ¿Por qué vivimos de espaldas a nuestra...
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