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El cuadro muestra un típico cochero cartagenero de antaño, mas su coche es guiado por un unicornio blanco, el cochero invita al espectador a subir al coche, haciendo una respetuosa venia con su sombrero, los ojos del cochero, muestran, un singular espacio más allá de lo evidente, incluso de lo físico, donde, una bailarina danza dentro de un cubo; el espacio en el que se encuentra el coche, es totalmente ilógico, no es agua, no es cielo, no es tierra, y lo es todo al mismo tiempo, en la parte inferior del cuadro, se observan unas barras de colores, las cuales, a semejanza de los ecualizadores de los antiguos equipos de sonido, que eran muy comunes encontrarlos en las casas de los barrios de la ciudad de Cartagena - Colombia, simbolizan la música, elemento indispensable en la experiencia de un paseo en coche por el centro histórico de la misma ciudad, estas barras, empiezan de izquierda a derecha, con un color rojo, pasando ordenadamente por el espectro de la luz, hasta volver a terminar en rojo, tal como cualquier canción común, que debe terminar, con la misma nota con la que empezó, para así cerrar un círculo, sin embargo, en medio de las ordenas barras, se encuentra una barra negra, la cual rompe el ritmo, un elemento que evoca, lo inesperado.
Durante el tiempo que realicé esta obra, unas veces pintaba en mi estudio, y otras, en una finca, rodeado de naturaleza, estando en la finca, tuvo un accidente la obra, le cayo comején (termita) a una parte del bastidor, en uno de los laterales del lienzo, se alcanza a notar, la marca del comején, decidí dejar la marca (aunque ya está curado) como parte de la historia, de las penurias que representó, terminar este cuadro.
Por último, comparto unas palabras que escribí, especialmente para esta obra: "Una vez vi un unicornio, pero no tenía cuerno, y no era muy grande, estaba pastando cerca a las murallas, ese día solo me acompañaba un perro callejero, fue un honor, que los hados, o el destino, o una casualidad, me hayan puesto justo en frente de un unicornio, y nadie a mi alrededor para mostrárselo, por eso sé, que los animales de fantasía, se esconden entre caballos comunes y corrientes que pasean por Cartagena, y si algún día tal vez, coja el coche equivocado, no el del jamelgo que lleva por la misma tonta vía turística a desprevenidos visitantes, sino el de aquel unicornio, que no tengo ni idea, a donde me llevará".
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