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Información de la obra original

  • País: España
  • Categoría: Dibujo
  • Técnica: Técnica Mixta
  • Medidas: 7.87 x 6.30 in
  • En Artelista desde:
  • Etiquetas: retrato, social, medioevo

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Descripción de la obra

Su padre tocaba la flauta. Es lo único que le dejó al morir. No era una flauta mágica, pero casi. Pues su abuelo se ganó un tiempo la vida con ella. Lo que tiene mucho de magia; ¡ganarse la vida con una flauta!
El caso es que, según le contaba su padre, el abuelo tocaba una melodía que entusiasmaba a las ratas. Su gran éxito fue cuando se llevó tras de sí las ratas de un pueblo alemán. Las condujo hasta un descampado y allí, aturdidas por el hipnótico sonsonete del canutillo, unos monjes que esperaban las cazaron a bastonazos.
Según parece, una vez cocinadas convenientemente y puestas en salmuera, en el monasterio dejaron listo el fiambre para una hueste de caballeros, que partía en breve para Tierra Santa.
Al abuelo le pagaron en el pueblo y le pagaron los monjes. Y así, se pudo casar.
Pero eso pasó hace mucho, mucho tiempo. A lo mejor era mentira. A su padre le gustaba contar historias. Contaba historias por los pueblos. Y se las contaba a él. Nunca supo nadie de dónde las sacaba, si eran de verdad, o eran una mentira absoluta.

El malabarista piensa que no merece la pena tocar la flauta por algún que otro ratón solitario. Se conforma con que en este pueblo le den de comer y un lugar en un pajar para pasar la noche. Sin dar un solo soplido.
Ha llegado el otoño. La cosecha no fue buena, dicen. Pero aún quedan animales por las calles.
Seguramente es lo que dicen siempre para que el Señor no mande a su gente desde el castillo, a exprimirles del todo. Mejor le envían alguna moza que se vaya a casar y se sacrifique por el pueblo.

El malabarista ha apeado la flauta del todo. Tiene la sensación de que la gente no está para músicas. Así que ha pensado que lo de las bolas puede dar más de sí. Es más espectacular. Y además, al tener que mover y mover los brazos y las manos -mientras cuenta historias-; pues que así no se queda frío. ¡Lo que si fuera con la flauta! : sólo tapando agujeritos con sus dedos; ¡que parecen gusanitos, retorciéndose en un palo! (cuando la cosa se pone cruda de veras la gente se come hasta los gusanos, las orugas, en fin ...)

Sí, lo genial sería que le dejaran hacer alguna chirigota en el castillo- piensa. Porque el malabarista conoce su oficio; y si agrada allá arriba quizá podría pasar el invierno bajo techo.
Y si además, durante esos meses oscuros el malabarista encima pudiera hablar al oido del señor. En alguna ocasión. Es decir, en una de esas noches digamos, "confusas". Cuando ya todos están beodos ( el señor menos, claro, porque siempre ha de estar atento a la manada).
Bueno, pues eso, sugerir cosas por lo bajini.
En una de esas noches "confusas", naturalmente. Pues es menester que el señor, en salido de la confusión al día siguiente, no acordándose bien de lo que pasó en la velada, justamente crea que lo que uno le sopló no le llegó de fuera, sino que fue su idea.
¡Lo cual sí que sería un buen soplido, y no los de la flauta!
Y así, soplido a soplido, con paciencia ...; entonces sí, entonces sí que puede que su suerte de una vez cambiara.

Manejar con habilidad tres bolas en el aire se parece mucho a manejar asuntos de gobierno -continua pensando el malabarista.
Quien maneja bien unas bolas, puede manejar igualmente las palabras. Y si éstas no caen en saco roto ...
Que el señor cace gazapos en la nieve de los campos -concluye el malabarista, sobre su montón de paja-; que él se cuidará de cuanto requiera tacto y mano izquierda. Pues a fin de cuentas, ¿no consiste en esto el buen gobierno : es decir, hacer que todos miren tu derecha, mientras discretamente maniobras con la izquierda ?

Y tal vez se le compense con largueza -sueña finalmente el malabarista, antes de quedarse dormido-. Si de él dependiera, se conformaría con la moza desflorada para hacerla su esposa. Cuando el señor mude su capricho y se olvide de ella. Naturalmente.

Información del artista

Llevo impresa la luz fría de una mañana de marzo en la alta tierra castellana. He aquí una manera adecuada para un artista de decir que nací en un pueblo soriano, hace ya, ¡ uy, bastantes años !


Sin embargo, es poco lo que permanecí allí y los avatares de la vida me han depositado en Madrid, de donde también soy y ya para siempre.


No tengo formación especial, o mejor dicho, académicamente seguida. Unas temporadas con un pintor madrileño, un paso por la Escuela de dibujo ...

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