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Armonía de color y grafía. Obra que bajo su aparente simplicidad esconde todo un complejo juego de relaciones. Las suaves gradaciones del naranja crean un soporte de calidez. Casamada como arquitecto.
La línea se convierte en elemento constructivo de planos y espacios. Su fuerza cromática basada en el negro contrasta armónicamente con el caldo primegenio del que surge. La poética de su caligrafía trae recuerdos del particular surrealismo y poética mironianos. La línea de fuerte tendencia gestual remite en lejanía al action painting de Jackson Pollock y el expresionismo abstracto americano. Su pura abstracción contiene, sin embargo, aires arquitectónicos. Enorme capacidad del artista para establecer espacialidades a partir de la abstracción, el color y la línea. “Signe i color III” fusiona los elementos simbólicos de oscuros lenguajes olvidados con la más rabiosa modernidad.
Los jeroglíficos, la escritura cuneiforme, los signos primigenios de la prehistoria reclaman su propio lugar. Poesía hecha imagen en la que el neoplasticismo de Mondrian se transforma y complementa con la alegría y calidez del mediterráneo.
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