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Probablemente así empezó el dibujador. Tras la caida pensó que ya no se levantaría. \"No merecía la pena\", gemía.
Sin embargo, aunque sólo fuera por el aburrimiento que le aguardaba, se levantó. Miró hacia atrás y no vio sino una oscuridad absoluta. Era como si todas las jornadas de la vida recorrida se hubieran hundido en un abismo. Buscó con la punta del pie un palmo donde pisar a su espalda. No lo había. Sintió un escalofrío. Efectivamente, del camino andado no quedaba sino ceniza ... o mejor dicho, nada. A lo sumo recuerdos. Luego, no podía retroceder
Así que comprendió que los pasos sólo podían ser hacia delante. Tal vez había que mirar las cosas de otro modo. Y entonces se puso a pensar, que por entre la bóveda negra de los árboles sobre su cabeza surgirían a menudo, juguetones rayos de luz.. Pensó además que esos gigantes le protegerían de las tormentas, del sol inclemente, de los huracanes... Pensó en el fraseo de las hojas movidas por la brisa, que le acompañaría como un bondadoso susurro. Si se cansaba podía sentarse y reclinarse contra un tronco. Se pondría a comer bayas y fresillas a su alrededor si tenía hambre. Y si tenía sed, pues se inclinaría sobre cualquier hilo de agua, saltarina o remansada y bebería. Pensó incluso que el simpático cuco que vivía en algún lugar de la espesura, le marcaría la hora de echarse a dormir. Y si alguna vez le entraba miedo o desazón, simplemente silbaría o le haría carantoñas a su perro.
Y además, seguro que se iría encontrando con otros caminantes como él.
\"Después de todo\", concluyó, sería insoportablemente aburrido caminar por una carretera recta. Tan recta que no cupiera sorpresa alguna tras ningún recodo. ¡ Un caminar en el que desde el primer día ya vieses su punto final ! ¿Dónde estaría la gracia ?
Incertidumbre es la Vida. Nada está garantizado. Contemplemos la Vida pues sin miedo aunque sí con respeto. Tal vez acabemos pensando que el bosque que nos toque atravesar estaba encantado pero no embrujado. En cualquier caso, lo malo siempre esconde algo bueno. Y por ello, de no tener buena vista, ¡ adquiramos unas buenas gafas !
Llevo impresa la luz fría de una mañana de marzo en la alta tierra castellana. He aquí una manera adecuada para un artista de decir que nací en un pueblo soriano, hace ya, ¡ uy, bastantes años !
Sin embargo, es poco lo que permanecí allí y los avatares de la vida me han depositado en Madrid, de donde también soy y ya para siempre.
No tengo formación especial, o mejor dicho, académicamente seguida. Unas temporadas con un pintor madrileño, un paso por la Escuela de dibujo ...
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