Cruzando el cuarto umbral somos el pasado y el futuro, un lugar común que se funde entre las nubes que abrazan la vegetación y apenas dejan ver las estrellas caídas en el cerro. Entre tanto ser, somos silencio que contempla la belleza, la que se deja ver aún de tallar los ojos, y entonces somos olvido y obviedad, una realidad nueva en donde la realidad no existe y la fantasía es tangible, palpable y huele a miel.
Soy un zorro de rostro azul que mira fijamente al horizonte, y no estoy triste...
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