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Poema.
NIEVE
Lluvia,
lluvia divina caída del lamento del cielo,
testigo del aire, Rey del Cielo,
lluvia divina caída en lamento,
trágico suicidio que cubren los cielos.
Corona de espinas guardada en silencio portadora del trágico suceso.
Ruego al cielo ¡no te abandone!
No caigas al vació convertida en reo,
transforma tu vida en blanca hermosura
y tiñe de manto blanco la triste llanura.
Guillermo Pardo Gil
NOVIEMBRE
1Caprichoso destino! Por la elección que mi sentimiento
tomó rumbo por camino olvidado de la luz.
Amor errante, vestido de vagabundo con pies descalzos
Que repudian al frió suelo de la verdad racional!
Amor invisible de esclavitud voluntaria perdido por la calle maldición
Siervo me haces de nuestras benditas miradas,
que, al cruzarse, un destello surge del alma y mandan mensajes
de amor sin conciencia mortal.
Son los cuerpos que se envuelven con miradas
Para fundirse como sello sin necesidad de cuerpo presente
ni de propia convicción.
Son besos de aire fresco que brotan y se encuentran de frente
Son destellos de instantes de eternidad,
Pudiendo hacer sentir en un segundo el infinito,
Son estas miradas de amor las que hacen oír tu voz
gritando desde tu interior que me amas.
Más luego al olvido me condeno,
Cada vez que no encuentro aquel son que son tus ojos
que alimentan mi alma corpórea y dan de beber a mi sed de vos,
cayendo al olvido errante por un mundo perdido
por toda una vida para buscar un instante que, en el infinito,
convertido en verso destellante, partió de tus ojos
se convirtió en voz de Ángel para decirme al oído 1te quiero mi amor!
MI AMIGO
Estos versos van dedicados a una estrella
Que del cielo bajo a conocerme
Y ahora desde el cielo me saluda.
Al principio me extrañaste
por tu luz no cabe duda.
Caminando de las manos del alma
Íbamos partiéndonos el mundo de risas
Íbamos partiéndonos la cara de abrazos
Compartiendo el tenedor
Escupiendo a la tristeza
Haciendo una llave de judo al dolor.
Levantando la falda a doñas penas
Y siempre juntos y siempre los dos.
Tus ojos atentos a mi mismo
Llenos de atenciones de buenas intenciones, llenos de amor,
Como los de un niño a la entrada de un circo.
¡Con un mar de ilusión!
Con brillo de la magia,
Con el brillo del dios sol.
Compartimos un cohete hacia la luna.
Nos sentamos en lo mas alto de nuestra tierra y ahora....
¡ahora tu me faltas amigo del alma!
Y te digo a gritos que:
¡bendito tú que has brillado en mi vida!
¡bendito tú que aun me recuerdas!
¡benditos tus ojos cascabeles del cielo!
Y bendito yo por conocer a una estrella.
Guillermo Pardo Gil
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