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Lo mataron, no por su revolución doctrinal, ni las formas con las que se dirigía al pueblo, o la actitud frente a la corrupción de los fácticos poderes. Fue reo de muerte, porque el modo de vivir que propuso y llevó a cabo en vida, fue la aportación total de salarios y riquezas de todos los miembros del cristianismo primitivo a la comunidad. Advirtiendo los sacerdotes del Sanedrín (los banqueros y capitalistas de entonces) que su negocio y enriquecimiento alrededor del Templo peligraba, conociendo asimismo que el sistema económico de los seguidores de Cristo llegó a funcionar perfectamente, en nombre de Yahvé acordaron prenderlo.
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