Código: ARTEBF24Semana Black Friday: 10% en obras originales sólo hasta el 01/12, envío gratis
© Todos los derechos reservados
La autora dona y envía su obra a la Asoc, ArtSalud para exponerla y venderla y asi poder donar los beneficios a la lucha contra el cáncer de mama.
Poema.
CUENTO BREVE.
ESCRITOR MICHAELANGELO BARNEZ
EL PRESENTE CUENTO BREVE ES PARTE DEL LIBRO " PURO CUENTO"
MUJER… ¿UN CUENTO ERÓTICO?
Julia, hermosa mujer aunque entrada en carnes, estaba tomando un baño de agua tibia en la tina de su departamento. Tres mujeres más hacían lo mismo en sus respectivos baños en los tres pisos contiguos del condominio en donde ella vivía.
Julia estaba recostada, con los ojos cerrados aunque sin dormir, relajada, descansando sumergida en el agua. Aun así sus hermosos senos, desnudos y carnosos, sobresalían erguidos sobre el agua. Ella era una mujer madura de aproximadamente 50 años, a quien el tiempo no había aun vencido las sinuosas líneas de su talle y caderas, en realidad estas se mantenían firmes y lozanas gracias al voluptuoso carácter que escondía bajo el manto de una apacible mujer de hogar.
Madre de dos hijas, quienes ya habían dejado el seno familiar el verano pasado por los estudios universitarios.
Hacía varios años que ella había superado la crisis de la menopausia, y ahora en la intimidad de su alcoba, o de cualquier lugar de la casa, gozaba de gloriosos encuentros sexuales con su marido en cuando se les antojaba. Por fin tenían la privacidad necesaria para hacer realidad todas sus fantasías sexuales sin la “Bendición” del embarazo, ni el uso de los incómodos anticonceptivos, de cualquier clase. En cierta manera se podría decir que la pareja, bajo la batuta de Julia, vivía su segunda luna de miel.
A ella siempre le gustó revolcarse entrelazada con su amante y cabalgar sobre él, como en una competencia de rodeo, en el momento culminante. A ella siempre le gustó gritar en la proximidad y durante el orgasmo. Pero tuvo que reprimirse durante años por la presencia de sus hijas en la casa. Quejarse, gemir y hasta decir obscenidades durante el coito fue una escondida necesidad que quedaron presas en su alma durante mucho tiempo… hasta el día en que sus hijas se marcharon.
Julia no había podido controlar su libido de mujer ardiente y sintió vergüenza de sentirse húmeda aquel día cuando, abrazado de su marido, despedían a sus “niñas” desde la puerta de su hogar. Sí, sus niñas, como siempre las llamó aun cuando ya tenían 17 y 18.
Una mañana, muy temprano, casi al romper el alba había fornicado con la vehemencia usual que su dorada edad le permitía. Desde hacía un buen tiempo no era su marido quien le hacía el amor, sino todo lo contrario, era ella la que ahora acosaba a su marido sin descanso, quien, debido a las circunstancias, no siempre podía cumplir… Y ahora, sola en el departamento, gozaba del relajante baño tibio, mientras se deleitaba tocando los mordiscos recibidos en su cuerpo.
De pronto tocó sus senos. Buscó un lugar preciso en la voluptuosa carnosidad de ambos. Y volvió a constatar que eran diferentes. Ella lo sabía. Hacía seis meses ya que había descubierto un pequeño bultito en el seno izquierdo, “del tamaño de un arroz”, pensó. Semanas después se lo imaginó del tamaño de un fríjol... y hoy tenía la apariencia de una pelota de golf.
Julia desde el primer instante del descubrimiento pensó inmediatamente en el Cáncer y la Muerte, y la idea la abrumó hasta el límite de la inacción y a repetirse constantemente la irracional letanía de auto consolación de “No es nada” como un acto de fe.
Habían pasado ya seis meses del penoso día del descubrimiento, y la constatación diaria del bulto maligno y la deprimente idea seguían sobrecogiéndola.
“Iré al doctor” prometió por primera vez esa mañana... y cumplió. Mas tarde obtuvo una cita en un Centro de Detección del Cáncer, y un especialista la vio y ordenó los test necesarios.
Al cabo de dos días, con los resultados en mano, el oncólogo confirmó el Cáncer... “Del peor… es maligno-dijo suavemente pero con firmeza-… es un malóma de acción fulminante. Si la hubiésemos tratado hacía tres meses hubiéramos podido haber evitado su ramificación en el sistema linfático...”.
Hoy era demasiado tarde... Julia murió a los dos meses del diagnostico.
¿Se harían un examen preventivo rutinario las otras tres mujeres de los departamentos contiguos del mismo condominio en donde vivía Julia, y así salvarían sus vidas?
“Hazlo cariño, este no es un cuento erótico”
Nota: El presente cuento breve es parte del E-Libro “PURO CUENTO” de Michaelangelo Barnez
Ver más información de ArtSalud
No encuentras lo que buscas. En artelista te inspiramos