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Mostrar al ser humano como eje de la producción pictórica, para explorar un amplio rango de emociones, situaciones y sensaciones inasibles y determinantes para la vida. El deseo, la soledad, el terror, el tedio, la fatiga; se revelan en los personajes representando un singular punto de vista de la propia experiencia de ser. La obra es instantánea de una realidad que atraviesa la mente para plasmarse en la tela, evocando la experiencia de existir. Habiendo nacido del gesto creativo, la imagen queda irremediablemente marcada por las cicatrices de la fragilidad, debilidad y fuerza; por el drama y la desesperada belleza de la propia existencia. El gesto del artista se expande para descubrir las realidades que conciernen al ser, su acontecer escurridizo, hipersensible, mutante; logrando desnudarlo de aquello que lo separa de su vida más íntima. En esta búsqueda emprende un “viaje sin orillas”, se aleja de percepciones inertes para redescubrir y reinventar un nuevo mundo vital, el de su ser.
Es esto lo que otorga autenticidad y valor expresivo a la obra, más allá de cualquier pretensión ilusionista.
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