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Desde siempre los hombres hemos creado objetos para necesidades prácticas a partir de elementos sencillos. Con la madera un mueble, con el barro un jarrón, con el hilo prendas. Pero nos es innata la necesidad de complacer la vista creando belleza a nuestro alrededor. Todos somos creadores de belleza y, por lo tanto, artistas en nuestras vidas, aunque sea porque nadie escapa a la necesidad de dar su propio toque creativo a las sencillas cosas que tiene. ¿Quién no coloca un jarrón sobre ese mueble en cuyo cajón guarda objetos cotidianos y sale al campo y recoge aunque sea ramas otoñales, y extiende un pañito cuyas dobleces se convierten en aristas de luz y sombra. Para nuestro único deleite, un rincón cualquiera de nuestra casa se convierte en nuestra obra artística si cuando la luz que penetra por la ventana le da la forma final en la posición y los colores deseados, como toque culminante para complacer la vista.
Mi profundo amor por la cultura helénica, me llevó a residir durante diez años en Grecia, pais que marcó definitivamente mi trayectoria.
Por un lado, defino mis pinturas como fruto de mi gusto por las cosas sencillas, por otro, me arrastra la necesidad de desentrañar lo que parecemos y lo que realmente somos y el mundo interno que nos mueve.
Tengo la obligada necesidad de abrirme camino una vez más en la difícil...
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