Información de la obra original

  • País: España
  • Categoría: Dibujo
  • Técnica: Lápiz
  • Medidas: 11.02 x 8.27 in
  • En Artelista desde:
  • Etiquetas: marzo, idus, domus

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Descripción de la obra

La Domus Pública, donde arranca el tema IDUS DE MARZO ...---

(viene de texto imagen anterior ) ... Esta vez han andado más listos que en el incidente del templo en el Foro. Ya han empezado a sacudirle de firme cuando César manda que paren. Entonces exclama :-¡ Pero ..., tú otra vez! - pues ha reconocido al hombre -.¿Qué quieres ahora? - Señor, ya te lo he dicho antes, le dice éste; y mirando alrededor con disimulo : Has de guardarte de los idus de marzo,¡estás en peligro!- en tanto que uno de los matones de César le sujeta por un brazo.-¡Qué novedad!, le responde César con un tono un tanto burlón, y haciendo un gesto para que lo suelten. Mira ...,¿cómo dijiste que te llamabas? - Me llamo Trígilo, señor, y ya me lo preguntaste antes. Soy astrólogo y ...- Pues eso, Trígilo - interrumpe César - ...¡eh, qué!, ¿has dicho que eres un caldeo?, y continua : ¿uno de esos charlatanes que hacen fortuna con el miedo de la gente? - No, yo no ..., trata de disculparse el hombre, pero César no le deja acabar. - Vale, da igual, como iba a decirte, Trígilo ...; ¿no ves que ya estamos en los idus y sigo vivo? - Sí, pero César, los idus lo son por todo el día.--- Parmenio cruza una mirada apremiante con César. "No merece la pena seguir perdiendo el tiempo con este desgraciado", parece querer decir. Y César, que en realidad si le hubiera gustado seguir hablando con aquel ciudadano, lo despide; no sin antes decirle : Tus palabras son bienintencionadas. Me has conmovido; haré que se te recompense por esto. Mañana al alba preséntate en mi casa. Y sin esperar respuesta César se da la vuelta mientras el hombre es hecho desaparecer a empujones.---. Desde lo alto de la escalera se tiene una bonita vista del río y el campo de Marte. César respira hondo el aire húmedo que viene de la rivera y que le trae recuerdos. Entre las columnas mira aquella pradera verde, abrazada por una inmensa curva del río, donde jugaba de chico. Allí conoció una tarde a Craso, entonces ya un mocetón, el cual le propinó su primera paliza. Hasta aquel día en que la tunda iba a ser una más, pero que fue la última. Pues ocurrió que Marco había derribado a César y se le había sentado encima. Pero se tomó un respiro antes de proseguir ..., lo que fue el tiempo justo que necesitó César para acertar a agarrarle la pilila por debajo de la túnica. Entonces tiró de ella con todas sus fuerzas y Craso quedó paralizado al instante, lanzando a continuación un grito de dolor mientras se derrumbaba. Momento que aprovechó César para saltar y propinarle a su contrincante en la cara una tanda de los mejores puñetazos que diera en su vida. Craso recibió aquella tormenta de furia para acordarse siempre de ella. Y desde aquel día Craso, una vez superada la humillación de la derrota, tan sólo buscó hacerse amigo de César. Pero ahora Craso estaba muerto, porque su talento era hacer dinero y no guerrear, y había perdido la vida tratando de emular a César. Craso se había hecho inmensamente rico, pero le faltaba saborear la gloria militar. Y no encontró la gloria, sino la muerte. ---. En el pasillo porticado que lleva a la entrada del edificio se ven varios grupos de senadores y esclavos portando los escabeles de sus amos a la espera de que dé comienzo la sesión. El eco de sus conversaciones reverbera en la estancia, y algunos se interrumpen cuando se dan cuenta de la llegada de César. Por unos instantes se hace el silencio. Se oyen toses, un esclavo se deja caer el escabel de entre las manos y éste choca en el suelo con gran estrépito. Algunos se estremecen y miran asustados a su alrededor. Pero César sonríe y saluda. Conforme avanza por el pasillo hay más gente, de manera que en un momento dado César ordena a sus lictores que se marchen porque el pasillo resulta estrecho. - Salid al patio, le dice al jefe. Bebed vino y comed algo, porque la sesión será larga, concluye. Y a continuación César se adelanta con Parmenio a su lado y algunos de sus hombres de confianza. Mientras avanza, algunos senadores le saludan, otros en cambio abandonan el lugar precipitadamente y salen fuera del pórtico. Al pasar ven a Marco Antonio, quien no se sabe si está tomando el sol, que sale a ratos de entre las nubes, o es que está aguardando algo. Algunos hacen mención de ir a saludarle, pero Marco Antonio se hace el despistado y silba. De manera imprevista César se adelanta un poco. Quiere excusarse por la demora y va a decirle algo a Casca, que se encontraba junto a la estatua de Pompeyo. Al ver éste a César que se acerca, de forma inesperada y sin mediar palabra, saca un punzón de escribir y, empuñándolo como si fuera un puñal, le lanza una estocada a César. Éste, pillado por sorpresa, apenas tiene tiempo de reaccionar, poniendo instintivamente el brazo delante para protegerse; con lo que recibe el impacto del punzón, que penetra hasta tocar hueso. César retira el brazo al tiempo que grita : ¿¡Qué haces, Casca?! ¡¿qué haces?! ...¡Maldito cabrón; te voy a ...Pero Casca sale corriendo, arrojando el punzón, que tintinea en el suelo y lo salpica desangre. A César no le da tiempo de terminar la frase. Ha dejado de mirar a Casca mientras se alejaba, y se da la vuelta porque el grupo de senadores que tenía a unos pasos, de pronto se ha abierto y ahora le rodea amenazador. Entonces alguien grita -¡Vamos!, y de repente las dagas brillan malévolas en la penumbra. Al ver éstas, los acompañantes de César quedan paralizados por la sorpresa, por un miedo súbito. Ninguno parece reaccionar.---. César comprende entonces que está perdido, que ha llegado el momento de morir y ni siquiera tiene él mismo una daga para defenderse. ¡Qué final más indigno!, piensa. Y al momento empieza a recibir una lluvia de puñaladas, arrinconado contra el pedestal de la estatua de Pompeyo. Entonces Parmenio sale gritando : -¡Lo están matando, lo están matando!; y al principio nadie en el patio parece comprender de qué se trata. Pero pronto todo el mundo echa a correr, todavía presa de una gran confusión.---. Entretanto, César, herido de muerte, se tambalea. Llama a gritos a sus lictores, pero nadie acude en su auxilio. Ahora los agresores se retiran unos pasos, como para contemplar el resultado de su acción. Luego uno de ellos grita algo y sale corriendo. Los demás le siguen, huyendo espantados. En su carrera arrastran a quienes aún quedaban en el recinto. En unos instantes el patio se queda desierto.---. Arriba en el pórtico ha quedado sólo un hombre, cerca de César. Está muy nervioso y apenas logra contener el temblor de la mano con que empuña su daga. César tiene los ojos cerrados en una mueca de dolor, pero cuando el hombre se aproxima los abre y en su rostro lacerado se dibuja una expresión de sorpresa y estupor : le ha reconocido. Entonces exclama : - ¡Bruto ... tú también! Y Bruto, al oir su nombre titubea unos instantes, mirando como petrificado la daga en su mano. Entonces César se tapa la cabeza con la toga, como si no pudiera soportar por más tiempo la visión de aquel hombre. Momento en el cual Bruto da un paso adelante, hasta sentir la respiración entrecortada de César en la cara, y descarga su golpe. Tras los cual retrocede aturdido y, arrojando la daga, sale corriendo. César lucha unos instantes por mantenerse en pie. Pero finalmente desiste : con la espalda apoyada en el pedestal de la estatua de Pompeyo se va deslizando, hasta que finalmente se deja caer, encogido sobre sí mismo.---. Pasan unos minutos y el silencio es ahora absoluto, excepto por los débiles gemidos de César, que parecen llenar por completo la estancia. En un último esfuerzo César trata de incorporarse, como buscando una mano que le ayude a levantarse. Pero no hay nadie con él, todos han huido. Y entonces César lanza un suspiro y queda inmóvil, muerto sobre el pavimento. FIN --- En Roma, el 15 de marzo del año 44 a C.---. JLP Madrid 2013.

Información del artista

Llevo impresa la luz fría de una mañana de marzo en la alta tierra castellana. He aquí una manera adecuada para un artista de decir que nací en un pueblo soriano, hace ya, ¡ uy, bastantes años !


Sin embargo, es poco lo que permanecí allí y los avatares de la vida me han depositado en Madrid, de donde también soy y ya para siempre.


No tengo formación especial, o mejor dicho, académicamente seguida. Unas temporadas con un pintor madrileño, un paso por la Escuela de dibujo ...

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