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Cada lunes por la mañana cuando me subía al asiento trasero del Seat 600 me invadía una oleada de emociones que no se correspondían con la realidad, quizá porque lo que divisaba durante el trayecto sumado a la emoción del momento, producían en mi la necesidad de imaginarme distintas situaciones que no sé cómo, pero aún mantengo en mi recuerdo.
El recorrido en sí era encantador y especial desde que sales de Gata hasta que entras en Jesús Pobre. En el primer tramo del recorrido a ambos lados de la carretera, se veían algunas casitas de verano, y en el resto del trayecto grandes bancales ubicados de tal forma, que bien por su situación, por el tipo de luz, o la forma de fusionarse con el entorno, resultaba ser un lugar idílico que no puede pasar desapercibido para los sentidos.
Recuerdo que tenía que hacer un esfuerzo para poder ver por la ventanilla trasera del Seat 600, ello me obligaba a centrarme más en el espacio superior, tal vez por ello mis recuerdos son excelsos, el cielo, las gaviotas que en alguna ocasión se conjugaban con el paisaje, y las nubes que a menudo coronaban las partes altas del Montgó, proyectaron en mí prematura mente un escenario onírico que después de casi medio siglo aún conservo.
Yo me imaginaba que la carretera por dónde íbamos flotaba sobre el cielo, que las nubes eran blandas como el algodón y nos salvaguardaban de una posible caída porque debajo de nosotros estaba lleno de ellas y podíamos correr y saltar de unas a otras sin precipitarnos al vacío, que entre el blanco manto de nubes se divisaban algunos picos de montaña que sobresalían desde la parte inferior de las mismas, y que además contábamos con un ejército de gaviotas que nos custodiaba como si fuesen nuestros ángeles de la guarda desde el inicio al final del trayecto.
Durante los maravillosos años que me dedique a pintar y a promocionar mi obra, de forma paralela sentía la necesidad imperiosa de sentarme delante de una libreta y escribir una páginas tras otra sin ningún control sobre el tiempo, esto lo vengo haciendo desde una edad muy temprana. No existe nada más gratificante y placentero que convertir un pequeño detalle en una obra literaria capaz de trasladarte a un estado emocional insólito...
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