No recuerdo un momento de mi vida en la que no tuviera un lápiz en la mano y un montón de hojas llenas de garabatos. Autodidacta, comencé haciendo pinitos en el cómic lo que me llevó a interesarme en el retrato por su dificultad, leyendo todo lo que caía en mis manos sobre el tema y que tuviera algo que enseñarme. Sin dejarme desanimar por los comienzos hice los primeros trabajos a lápiz plomo, pasando a carboncillo, sanguina, lápiz de color y terminando en el pastel. Últimamente combino...