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La Princesa infanta, con un total, decoro, posa con la mesura de sus labios la exploración de un rosee licencioso.
Inquiriendo sus bordes a un calido tacto.
Atestigua el instante, obstruyendo su vista. Y el inmaterial ojo saborea el soplo.
De esta forma el Artista constituye su perspectiva aproximada de lo que percibe sentir una princesa infanta en su primera caricia sobre los bordes de su boca, cuando la brisa la mima.
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