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Un niño de Kasempa que sonríe es algo natural. La risa abunda en este lugar tan pobre. Y es que la pobreza no amortigua la alegría y menos la de un niño. Y es que aquí los niños podrá carecer de muchas cosas, hasta pueden morirse de hambre, pero no por falta de cariño, que abunda.
Nací en Lugo, en julio del 43, me contó mi madre, pero me trajeron a Vigo antes de cumplir los cinco años. Ya desde entonces he querido pintar, pero la vida me fue llevando por caminos más cómodos que los del arte. Ahora, ya juubilado, empuño los pinceles por primera vez y comienzo a liberar sentimientos a través del óleo sobre el lienzo. Aunque no solamente los pinceles, tambien la pluma (computadora) para escribir lo que no soy capaz de decir a pinceladas. Lucho entre estas dos...
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