En el templo de Cristo Rey uno de los mejores y más bellos de la ciudad es fácil pasar desapercibido una situación tan curiosa como esta, un ave posada en el estandarte que sostiene el monje que vigila la puerta principal del templo, se resalta la calidad del material: mármol blanco veteado y la inmortalidad que representa tanto la escultura como el grabado del fondo: la imagen de Jesús resucitado, todo esto en contraste con la temporal y vital estadía del pequeño personaje que se encarga de romper la monotonía del momento.
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