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Desde pequeña siempre quise dibujar un planeta y un buen día encontré la forma de crearlo: sobre una cartulina oscura, tres sencillos colores: color amarillo chillón, amarillo clásico, naranja claro y oscuro.
En realidad, aunque parezca fácil, no es fácil dibujar un algo tan sencillo, puro, simple: por ello elegí algo redondo, sin complicaciones... Para que recordara la sensación de la unidad, de la solitud de los planetas, rodeados de millones y millones de estrellas, volando al rededor nuestro, evolucinando de manera infinita...
Eh ahí el resultado.
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