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Comenzar a diseñar una colección es cuestión de ingenio. Pues es delicado el juego que existe entre el elemento y la sustancia… esto debido a que el elemento es en vano, pues este siempre será afectable por los sentimientos y el tiempo. Pero al integrase a estos dos, se da la esencia o la sustancia aquello realmente importante en el caminar del recorrido. Si esta última citada es tomada en cuenta no más de la cuenta pero si como el primer pasó a la técnica aplicada, el producto será todo un éxito.
Y comenzando a hacer referencia a la colección y este grupo de creaciones, el tiempo es el que más ha transcurrido desde su empírico comienzo. Un noviembre hace ya 5 años, cuando como un niño mezclando colores y liberando abstractas formas le di cabida a este mundo a un primitivo, donde solo las líneas, difuminas iones y colores vivos lo han de nombrar “Something Special” . Pero no es hasta un año después, cuando por simple inspiración, el universo me revela cual era mi cara dentro del enmascarado cosmos. Es cuando conozco al dodecaedro, como figura tridimensional y como el representante de cada uno de los perfiles de este. Entonces es ahí cuando un deseo me hace transfigurar el amor, la pasión y el misterio en una “segunda vez”, donde el dodecaedro no solo enmascara uno de mis secretos, sino que también lo da a conocer al mundo y se lo entrega, destapando una de aquellas vistas que para el ser ordinario eran elementales pero invisibles antes ojos sin gracia. Y a partir de este y enmusado le di vida a los siguientes componentes de esta colección, cada uno descubriendo lo que a gritos se guarda en el alma. Y que no sabía escuchar hasta lograrlo pintar. Y pues toda esta mezcla de elementos, sentimientos, ingenio y tiempo, resultó una colección no entendible para generaciones contemporáneas, pues el ingenio es reconocido una vez que es ilustrado y el arte es dependiente del tiempo.
Y así seguí viajando por la vía láctea, donde fui visitado por ese pequeño príncipe de Saint-Exupery, el que cada cierto tiempo deja sus páginas, líneas e historia y viene a pasar tiempo conmigo y a discutir, no tanto por la boa que ha comido, más por el asteroide que asecha todo mi planeta y al final siempre se despide con la misma frase; “Gracias al cielo, no te pedí que me dibujaras un cordero”…
La verdad es que cuando eres artista y aparte deambulas por una “dulce locura” todo lo inverosímil ha de tener cabida en un fantástico mundo. Oh esta locura! y no me refiero a ella como; la que es medicada cual trastorno que aparta al genio de la sociedad. Hablo de esta, de este delirio que enmusa, que te hace vibrar que te hace crear y ver cosas que nadie más puede ver. Ese sentir que te hace llegar a un lugar donde no existe la improbabilidad y no se utiliza un sombrero para disfrazar la falta de seguridad. Lugares de estancia efímera donde se integran sentimientos con funciones tangenciales de vida y existencia y una vez que regresas en tu bastidor está plasmado el recorrido.
Un recorrido que puede definirse en un dodecaedro como elemento, que expresa, secretos, luces, estrellas y supernovas, las cuales en un instante podrían transformar el universo tal y como es conocido… Que hermoso es recordar las cosas del futuro, no tienen idea lo hermoso que todo esto será!
…
Les invito a imaginar y sentir. A olvidar todo lo demás y soñar, pintar y pintar hasta al fin llegar. Y a vivir así es hermoso, solo valorando aquello que se siente y donde la materia es importante, porque su buen uso la convertirá en sustancia.
Leon Braccio.-
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