México
100cm x 100cm. Los objetos y espacios cuya fabricación fue diseñada para mantener un estrecho contacto con lo humano, ha provocado que reminiscencias de ésta humanidad quede implícita en ellos.
La habitación como ejemplo perfecto de este antropocentrismo fragmentado en pequeñas partes y sub-partes, ha adquirido un valor particular en nuestros tiempos, ya que es justamente allí en dónde se concentran los objetos que son impregnados de los momentos de nuestro paso por ellos.
Esta obra es la representación de una pregunta que se ha tornado vigente: cuando la naturaleza se imponga sobre la civilización y cuando la ruina sea una constante; ¿sobrevivirá al objeto y al espacio la esencia de los momentos y las vivencias de lo humano? ¿O es que acaso al final solo será materia entre la materia?
El origen de estos cuestionamientos nace de experiencias directas en espacios específicos de la ciudad de Guadalajara, ciudad en donde el abandono arquitectónico es algo recurrente, principalmente en los llamados perímetros A y perímetro B, del centro histórico.
Lugares en los que antes hubo una afluencia importante de gente como cines y teatros, o bien, casas habitación, ahora denotan la ruina, el abandono y la nostalgia de lo que alguna vez fue la modernidad.
Lo que alguna vez fue creado para emancipar al sujeto hoy queda fragmentado en sus objetos y espacios abandonados, y éste es el ?aporte vacío? de la posmodernidad: preguntas sin respuestas.
De esta forma queda justificado visualmente el vacío que impera en mi obra, corolario de estas preguntas, y además, de los objetos, que si bien sólo se trata de dos sillas y una cama (bien pudo haber sido sólo un peine), son testigos inmutables del paso de lo humano y de la bestia llamada ?Tiempo?.
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